La Comunidad Europea en sus políticas de promoción de la salud a través de la actividad física, ha reunido evidencias científicas suficientes que demuestran claramente los efectos y los beneficios que aporta a la salud de los seres humanos. El ejercicio físico programado provoca profundos beneficios mediante fenómenos de adaptación de las funciones cardiovascular, pulmonar, metabólica, neuromuscular, sobre el tejido muscular, conectivo y adiposo, lo que permite un efecto profiláctico o moderador de los efectos de diversas enfermedades mejorando básicamente la capacidad funcional de órganos y sistemas.
Los beneficios del ejercicio sobre la salud son muy amplios, no pretendemos hacer un análisis exhaustivo de cada uno de ellos, no obstante, explicaremos algunos, sobre los que existe consenso en el ámbito científico:
- Descenso de la frecuencia cardiaca
Es uno de los primeros efectos del entrenamiento para la salud; se basa en un cambio del sistema neurovegetativo que, de sipaticotónico, pasa a ser vagotónico. Se ha constatado que el contenido de catecolaminas del corazón (adrenalina y noradrenalina, que son desencadenadas por el sistema nervioso simpático), después de algunas semanas de entrenamiento, acusa un descenso del 30% de su índice en reposo, lo que reduce notablemente la sensibilidad del corazón con respecto a estímulos adrenérgicos que estimulan la frecuencia cardíaca. La disminución de la frecuencia cardíaca induce una considerable reducción del trabajo del miocardio y una frecuencia cardíaca más baja es, a la luz de las estadísticas, una garantía de menor riesgo de afecciones cardiovasculares. Una disminución del 10% de la frecuencia cardíaca permite una economía de oxígeno en el trabajo cardíaco del 15%.
- Incremento de la irrigación sanguínea al miocardio
El Ejercicio no sólo produce una capilarización y la formación de colaterales (red vascular preexistente, anteriormente obturada a nivel de las arteriolas) en los músculos esqueléticos, sino también en el miocardio. Además, la hiperirrigación sanguínea, inducida por la actividad física, es de 15 a 20 veces más elevada que con los productos farmacéuticos más eficaces. Estas adaptaciones juegan, por tanto, a favor de la protección del corazón, pues el estado de los colaterales, condiciona la mortalidad precoz por infarto al miocardio.
- Reducción de la tensión arterial
Innumerables investigaciones han demostrado que la actividad física de intensidad media, ejerce un efecto favorable sobre las diversas formas de hipertensión. Especialmente la hipertensión leve y moderada es regulada con la actividad física. Por la reducción de la producción de catecolaminas y de la vasoconstricción concomitante, responsable del aumento de la tensión; se produce una disminución y una estabilización de la presión sanguínea. Esto significa una disminución de la carga de trabajo para el corazón y también la eliminación de un importante factor de riesgo cardiovascular.
El ejercicio aeróbico, es decir, aquél que se realiza mediante movimiento rítmico de grandes grupos musculares, es el enfoque no farmacológico más recomendado. Lo anterior es corroborado por un estudio que reveló, que, con sólo 45 minutos de ejercicio moderado, realizado interdiariamente, es posible reducir la presión arterial. La investigación, de científicos de la Universidad de Maryland, estudió a once hombres de entre 49 y 67 años, con un peso promedio de 95 kilos y presión alta. Se demostró que perseverar en la práctica contribuye a mantener la presión bajo control. Este estudio fue difundido en la Gaceta de Hipertensión de Estados Unidos.
Continuará…
Querido Luis. Gracias por esa información tan valiosa.
Gracias querida Daniela por tu comentario