En los últimos años, las dietas que promueven el consumo de alimentos de origen vegetal han sido objeto de un relevante interés. Sin embargo, es cierto que existe una frecuente confusión en cuanto a las diferencias entre términos tales como alimentación basada en plantas, alimentación vegetariana y alimentación vegana, entre otros que se emplean para designa este tipo de dietas. Y aunque es cierto que estos conceptos comparten un enfoque común en el consumo de plantas, también lo es que su forma de ser difiere de manera significativa. En este artículo trataremos de darle sentido preciso a estas nociones, estableciendo las particularidades que hacen único a cada uno de estos modelos alimentarios.
Alimentación Basada en Plantas: Un Concepto Amplio y Flexible.
La alimentación basada en plantas es, de todas, la expresión más joven. Su origen se atribuye a Thomas Colin Campbell, un apasionado investigador de los efectos de la alimentación sobre la salud.
En los años ochenta, Colin Campbell y su equipo establecieron el impacto beneficioso que una dieta alta en fibra y baja en grasa tiene en la prevención y tratamiento del cáncer. Ahora bien, una dieta alta en fibra supone decir, porque sí, una presencia importante de vegetales, toda vez que este nutriente solo puede venir de las plantas. De otro lado, una alimentación baja en grasas -el otro componente de la dieta ideal descrita por Colin Campbell-, pone la mira en los alimentos de origen animal, ricos en ella. Consciente de que sus hallazgos destacaban los innegables beneficios de lo vegetal sobre la salud, Colin Campbell quiso eludir la carga negativa que la alimentación vegetariana tenía entre la comunidad científica de entonces, apelando a la expresión basada en plantas para designar su patrón alimentario.
Sobre estas bases, podemos concluir que cuando decimos alimentación basada en plantas, hablamos de una propuesta alimentaria pensada para construir una salud humana óptima y duradera, sobre tres pilares, a saber:
1. Privilegiar el consumo de verduras, hortalizas, frutas, legumbres, cereales integrales, frutos secos y semillas, debido a su alto contenido de fibra, pero también de otros nutrientes esenciales para la salud, entre los que se cuentan, vitaminas, minerales y compuestos bioactivos, entre otros.
2. Moderar el consumo de grasas, sin excluirlas del todo, por ser como son un nutriente esencial para el humano. Ello conlleva minimizar la ingesta de alimentos de origen animal, considerando su importante aporte de este nutrimento, pero también evitar el consumo abusivo de aceites de origen vegetal que, al fin y al cabo, también son lípidos.
3. En ambos casos, optar por alimentos mínimamente procesados, para reducir el impacto que su tratamiento puede tener sobre los nutrientes aportados por ellos, pero también para evitar el impacto negativo que pueden tener sobre la salud productos como el azúcar y las harinas o la adición de grasas y otros componentes destinados a mejorar su aspecto y sabor, o su duración en el tiempo.
Alimentación Vegetariana: no a las carnes, pero sí a productos que no conlleven muerte de los animales que los producen.
A diferencia de la alimentación basada en plantas, el vegetarianismo, propone excluir de la dieta las carnes provenientes de cualquier tipo de animal -mamíferos, aves, peces o insectos), pero no así de los productos que se obtienen a partir de ellos. Estamos hablando de los huevos, lácteos o la miel, por ejemplo, dependiendo de la variante que se siga. Ello porque dentro del vegetarianismo podemos hallar corrientes dichas lacto-vegetarianas, ovo-vegetarianas u ovo-lacto-vegetarianas, según consideren o no el consumo de lácteos y/ huevos como parte de su alimentación.
El vegetarianismo comparte con la alimentación basada en plantas su compromiso con la salud, al que suma razones de orden espiritual -algunas alas del hinduismo, del budismo o de los adventistas proponen este modelo alimentario como parte de su camino hacia lo trascendente-; de respeto a la vida animal o medioambientales, entre otras.
Alimentación Vegana: Un compromiso profundamente ético.
Aunque, bien planificada, la dieta vegana resulta un excelente aliado para una buena salud, la premisa que suele subyacer tras la decisión de hacerse veganos es una profunda ética animal, un importante compromiso con lo social y/o una fuerte conciencia medioambiental.
En este orden de ideas, el veganismo propone que eliminar del plato todo vestigio de alimentos animales (estamos hablando de carnes, pero también, lácteos, huevos y miel, entre muchos otros), en un acto que concreta un profundo respeto por los animales que siendo sintientes como nosotros no merecen ni morir ni ser explotados para darnos alimentos. Una restricción que, por lo demás, tiene la virtud de liberar para el consumo humano las enormes cantidades de alimentos que se destinan a la crianza de animales -alrededor de dos terceras partes de los cereales y legumbres que se producen en el mundo se destinan a ello- y el impacto medioambiental producido por ella -los animales para alimento consumen un impensable volumen del agua potable del planeta y generan alrededor de un 23%, de los gases de efecto invernadero que es mucho más de lo producido por todo el parque de transporte terrestre, aéreo y acuático del mundo-.
Conclusión.
En resumen, aunque los tres enfoques dietéticos promueven el consumo predominante de alimentos de origen vegetal, varían en la profundidad de las restricciones que impone a los alimentos de origen animal y en las motivaciones que les inspiran. Así las cosas, es posible pensar en una dieta basada en plantas, y por tanto sana, que no sea vegetariana porque incluye algún tipo de carne animal -pescado, por ejemplo- o una dieta vegana que no sea sana, porque aunque excluyendo alimentos de origen animal, es rica en productos altamente procesados. Conocer estas diferencias es importante, no solo porque nos permite saber de qué nos hablan cuando nos hablan desde cualquiera de estas propuestas, que ya es bastante, sino porque nos sirve de base para labrar, desde el plato, el camino que deseamos andar. Porque, definitivamente, alimentación, salud, solidaridad y sustentabilidad no siempre van de la mano.
Referencias.
Colin, T, Historia del término “alimentos basados en plantas sin procesar”. (2016). T. Colin Campbell Center for Nutrition Studies. Recuperado en Octubre, 2024. Disponible en https://nutritionstudies.org/es/historia-del-termino-alimentos-basados-en-plantas-sin-procesar/
Clark, M. A., Springmann, M., Hill, J., & Tilman, D. (2019). Multiple health and environmental impacts of foods. Proceedings of the National Academy of Sciences, 116(46), 23357-23362. https://doi.org/10.1073/pnas.1906908116
Craig, W. J. (2009). Health effects of vegan diets. The American Journal of Clinical Nutrition, 89(5), 1627S-1633S. https://doi.org/10.3945/ajcn.2009.26736N
Poore, J., & Nemecek, T. (2018). Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers. Science, 360(6392), 987-992. https://doi.org/10.1126/science.aaq0216
Soret, S., Mejia, A., Batech, M., Jaceldo-Siegl, K., Harwatt, H., & Sabaté, J. (2014). Climate change mitigation and health effects of varied dietary patterns in real-life settings throughout North America. The American Journal of Clinical Nutrition, 100(suppl_1), 490S–495S. https://doi.org/10.3945/ajcn.113.071589
Tuso, P. J., Ismail, M. H., Ha, B. P., & Bartolotto, C. (2013). Nutritional update for physicians: Plant-based diets. The Permanente Journal, 17(2), 61–66. https://doi.org/10.7812/TPP/12-085
Le, L. T., & Sabaté, J. (2014). Beyond meatless, the health effects of plant-based diets: A literature review. Advances in Nutrition, 5(5), 590–602. https://doi.org/10.3390/nu6062131
Imágen.
jannis-brandt-8-manzos. Unsplash.
0 comentarios